domingo, 16 de diciembre de 2018

En la escalera me siento a cantar tu melodía

Papá,

A cinco años y ocho meses de tu muerte, sigo sin soñarte.

Pero me gusta pensar que alguna vez visitaste a tu nieta, esa hija mía que parece más hermana tuya que otra cosa. Me consuelo recordando esa vez (a sus casi tres años) que me dijo "mi Tata Pato e mu ato y tene oz oto atule" y que cantó todo el día "Susanita tiene un ratón" con el mismo tono destemplado con el que serenabas a la Mariel.

¿Sabías que (seguramente la escuchó en la escuela) en mi casa no se canta esa canción desde que tú no estás?

Así que me gusta pensar que fuiste tú, sobre todo porque cuando pasó eso, yo seguía sin hablarles a tus nietos de ti.

No es reclamo Papá, no me importa no tener visitas oníricas de tu parte. Porque prefiero encontrarte en la música que en los sueños.

Me quedo con las veces que despierto malcantando alguna de tus canciones favoritas, porque siento que me acompañas todo el día, a soñarte y que el sueño se desvanezca con el tiempo.

La música no desaparece así (a pesar que cante peor que tú)