viernes, 18 de octubre de 2019

Cómo me haces falta

Papá,
Hoy es uno de esos días en que me acurrucaría a tu lado sin decir palabra, para que dejaras caer pesadamente tu brazo sobre mis hombros, en silencio, sin preguntarme nada.

Me gustaba hacer eso cuando sentía que necesitaba confianza, seguridad. Tú eras tan...presente... constante...seguro, que no importaba donde estuviera, pensar en ti era reconfortante.

Eras...ya no, y lo sé.

No es tu culpa haberte  muerto sin enseñarme a encontrar refugio en otra parte.  Hasta el último momento, fuimos tus niños, aún pintando canas y con hijos a cuestas, fuimos tus niños, y como niños no nos preocupaba el porvenir. Si algo nos asustaba o entristecía, podíamos correr al abrigo pesado de tus brazos y tu compañía.

Había pensado escribirte que te pienso siempre, que no te he olvidado. No era mi intención otra carta triste. Pero hoy la vida me cayó como de golpe, y quise correr a acurrucarme al lado de tu enormidad.

Pero el espacio está vacío.







Cómo me haces falta.


No hay comentarios:

Publicar un comentario